Cris de Lux
Hace unos meses aterricé en la parroquia del Buen Suceso. Apenas conocía la iglesia, y por fuera no me resultaba bonita. Unas moles en forma de cubos, rematados por una cruz, en un estilo de los años 70. Y una gran explanada delante. Algo que en su momento se consideró “moderno”. Una estética que no me atraía nada. Pero al mudarme a este barrio, entré un día y la miré con ojos nuevos.
Vi que era amplia, con una Virgen pequeña y milagrosa, tenía alegres vidrieras de colores, con mucho movimiento de gente entrando y saliendo. Trece asientos en semicírculo en el altar, representando a los 12 apóstoles junto a Jesús. Me gustó que tenía su rincón a la derecha, delante del Sagrario, para recogerse y rezar. El techo con casetones le daba empaque y calidez. El órgano, un buen elemento para realzar cualquier celebración. Un cuadro con el Jesús de la Misericordia. Me llamó la atención que los confesionarios tenían bastante trasiego, con un pilotito rojo y otro verde, ¡qué práctico!
Pero, sobre todo, me gustó su Cristo. El Cristo del Buen Suceso es especial. No es puramente un crucificado, sino que el Señor -aunque lleva las llagas de su pasión y su muerte-, es ya un Cristo que ESTÁ RESUCITANDO. Lleno de serenidad y majestad. Primer caso que conozco de una escultura así. Está en ese punto en que se levanta de la cruz y empieza a alzarse al Cielo. ¡Wow! Cuando me di cuenta, me encantó.
A la vez, ese Cristo maravilloso, no solo está resucitando, sino que mantiene sus brazos abiertos para nosotros. Para acogernos, para consolarnos, para escucharnos, para animarnos, para curarnos, para perdonarnos, para atraernos a su Corazón, al Bien, al Amor… Está deseando que nos acerquemos a Él para darnos un grandísimo abrazo y hacernos plenamente FELICES.
Esto obviamente me ha cambiado la percepción que tenía de la parroquia. Pero luego esa belleza se ha concretado más en las personas que he ido encontrando en estos meses de relacionarme con unos y con otros. Ha habido mucha Providencia. En poco tiempo he tenido vivencias preciosas, de esas que te alegran el corazón, lo esponjan y te hacen alabar al Señor por sus maravillas en las personas. Desde el párroco a los voluntarios, sacerdotes, colaboradores… En la parroquia del Buen Suceso he encontrado acogida, alegría, ganas de ayudar, cariño, ánimos, ideas, propuestas, libertad… Cuántas iniciativas, qué gente tan estupenda, cuánta Vida -con mayúscula- circula por aquí, qué suerte poder participar de tanto bueno. Aquí verdaderamente se hace familia.
Por mi formación en Historia del Arte siempre me influye la estética, o falta de ella. Siempre desde mi punto de vista, claro. Pero en este caso puedo decir que merece mucho la pena buscar y explorar, no quedarnos con esa primera impresión… porque, como en “La Bella y la Bestia”, LA BELLEZA ESTÁ EN EL INTERIOR. Y así ocurre no sólo con las cosas, sino, sobre todo, con las personas. Y por todo ello solo puedo decir ¡GRACIAS!
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