María Garrido Robles
La semana pasada, un grupo de fieles de Buen Suceso viajamos hasta Medjugorje, un santuario mariano en Bosnia Hezergovina. En este pueblecito perdido entre las montañas, la Virgen empezó a aparecerse a seis niños en 1981, cuando tenían entre 10 y 16 años. A día de hoy, se les sigue apareciendo a tres de ellos (https://www.virgendemedjugorje.org/historia/) La Iglesia aún no ha aprobado las apariciones oficialmente, pero son indudables los frutos que está dando este lugar.
Salimos un primer grupo desde Barajas el miércoles (hubo un segundo grupo que llegó el jueves), con más intriga que otra cosa por lo que nos encontraríamos al llegar. Recién aterrizados en Croacia, con todos los controles COVID superados milagrosamente, conocimos a nuestro guía croata Josip. Hablando un perfecto español nos dijo que teníamos que salir corriendo antes de que nos topáramos con alguna otra peregrinación en las tres fronteras que teníamos que atravesar, así que nos montamos en el bus rápidamente y allí empezó a contarnos acerca de Medjugorje. Llegamos al hotel y nos fuimos directos a la cama para poder madrugar al día siguiente.
El plan era el mismo cada día: turismo por la mañana y programa vespertino de la iglesia por la tarde. Como dato curioso, los croatas llaman iglesia al propio templo, donde celebramos la Eucaristía. Para ellos parroquia es el conjunto de 2 o tres pueblos en torno a una misma iglesia. Estuvimos visitando la Aldea de la madre, fundada por el franciscano fray Slavko Babarić. En esta aldea se empezó a atender en 1993 a refugiados de guerra, familias con niños con necesidades especiales, niños sin padres… y ha ido evolucionando dando respuesta a las necesidades que surgían, siendo en la actualidad una institución inscrita en el tribunal de Mostar.
Visitamos también un centro de la Comunidad del Cenáculo (http://www.comunitacenacolo.it/es/). Fundada por Madre Elvira, esta comunidad nació en Italia como casa de reinserción de drogadictos. Aquí los jóvenes, y no tan jóvenes, renacen gracias a la oración, el trabajo y la amistad, sin seguir ninguna pauta farmacológica. Son tales los frutos que ya cuentan con 58 casas repartidas por todo el mundo. Nosotros en Medjugorje tuvimos el privilegio de escuchar el testimonio de dos valientes que un día decidieron cambiar su vida y confiar en Dios.
Además de estos testimonios, escuchamos el de otra pareja canadiense, Patrick y Nancy. Pasaron de vivir una vida colmada de necesidades y profundamente alejada de Dios a construir un pequeño castillo en Medjugorje donde acogen a todos los peregrinos. Además de contarnos su conversión (https://youtu.be/Qe_UOLiHy8k), se dedican a preparar retiros para sacerdotes.
En Medjugorje hay montes mires donde mires, pero hay dos que destacan por lo que sucedió en ellos: el Podbrdo (también llamado Montaña de las Apariciones o Colina de las apariciones) y el Križevac (monte De la Cruz). El Podbrdo es la colina donde tuvieron lugar las apariciones de la Gospa, como ellos se refieren a la Virgen. Subimos un par de noches rezando el Rosario hasta llegar a la estatua de la Gospa, toda rodeada de flores, y me atrevo a decir que es de los sitios más espectaculares donde he rezado. Cielo abierto, ni un ruido y la Virgen iluminada toda de blanco. ¡Merece la pena la subida tan pedregosa! El Križevac es aún más difícil de subir, nosotros intentamos rezar el Viacrucis el domingo antes de volar a Madrid pero tuvimos que bajarnos en la sexta estación porque la lluvia hacía muy peligrosa la subida. En lo alto de este monte se encuentra una cruz de unos 10 metros de altura en cuyo interior se guarda un fragmento de la Cruz donde Cristo fue crucificado.
Por las tardes nos citábamos a las cinco en la explanada para asistir al rosario, misa y posterior adoración. En total unas tres horas que se pasaban volando y que te dejaban con ganas de más. En este rato teníamos la oportunidad de confesarnos en un lateral de la iglesia destinada a ello. Impresiona muchísimo ver colas enormes en todo momento para confesarse, nada habitual en otros lugares.
Justo al lado de la explanada está la escultura del Cristo Resucitado. Esta obra de bronce fue un regalo de unos peregrinos eslovenos como agradecimiento de favores recibidos. A finales de 2002, de la rodilla derecha del Cristo comenzó a manar agua. A una altura de unos dos metros del suelo, gota a gota y sin saber por qué, comenzó así lo que muchos han considerado un milagro. Así pues, hay un flujo continuo de peregrinos que rezan en silencio a su alrededor y pasan pañuelos por su rodilla. Nosotros también estuvimos allí algunos ratos durante el viaje.
El domingo pusimos fin a nuestro viaje, no sin algún que otro contratiempo en las fronteras. Ahora que ya han pasado unos días puedo decir que para mí no ha supuesto nada extraordinario si nos referimos a hechos paranormales. No he experimentado ninguna de las situaciones que muchos peregrinos cuentan y que yo, personalmente, me creo totalmente. Para mí lo extraordinario ha sido comprobar con certeza absoluta que la santidad es algo alcanzable al 100%, algo pensado para todos y cada uno de nosotros, no solo para unos pocos afortunados. Dios nos da las herramientas necesarias a través de la Iglesia. En Medjugorje repiten constantemente los cincos imprescindibles que la Gospa nombra en las apariciones: la oración, la Eucaristía, el ayuno, la confesión y la Biblia. En realidad estas cinco acciones las lleva repitiendo la Iglesia desde que es Iglesia, así que Medjugorje no es más que un recuerdo de que tenemos que apostar cada día por poner a Cristo en el centro de nuestra vida, sabiendo que solo así alcanzaremos la plenitud.
PD: si alguien quiere más información sobre Medjugorje, este libro de Jesús García ofrece información muy completa y actualizada.
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